Norma Reales, conocida en los caminos del canto como Vidala Errante, es una cantora popular oriunda de Belén. Su relato profundo, sincero y lleno de emoción nos lleva a un viaje hacia la raíz del canto con caja, la Vidala, y su sentido sanador, ancestral y militante. En esta entrevista comparte su experiencia íntima con este canto que la conecta con la tierra, con la memoria de su tía, con otras mujeres del interior catamarqueño, y con una tradición que resiste a pesar del olvido institucional. Desde su despertar musical hasta los encuentros que ha organizado, Norma nos entrega una mirada honesta sobre el rol de la mujer cantora, los desafíos actuales y la urgencia de hacer visible una expresión cultural tan genuina como viva.
PV: ¿¿Cómo fue tu primer encuentro con la vidala?
Norma: Mi primer encuentro con la Vidala fue en mi infancia, en mi adolescencia. Mi tía Mafita la cantaba mientras cocinaba. Eran canciones con una tonada extraña, distinta, que no escuchaba en otros lugares. Ella decía que eran “vidalitas”. Tenían un dejo de alegría y tristeza al mismo tiempo, una emoción ambivalente pero muy real. Vivíamos en Belén, y esa semillita quedó en mí. Años después, ya jubilada como directora de jardines de infantes, volvió a florecer.
PV: ¿Cómo regresó el canto a tu vida después de tantos años?
Norma: Todo comenzó con un bombo que mi hijo dejó en casa antes de irse a estudiar. Empecé a tocarlo y a decir mis pensares con el golpe. Entonces recordé el canto con caja del norte de Belén. Fue como reencontrarme con esas mujeres, esos niños, con el pueblo entero. Me compré una caja, empecé a tocarla y a recordar las vidalas de mi tía. No todas las recordaba, pero las tarareaba. Empecé a conectarme con gente que también canta con caja, y todo fluyó como si ya estuviera dentro de mí.
PV:¿Cómo describirías lo que sentís al cantar?
Norma: Es una emoción profunda, una conexión con muchos sentimientos: alegría, pena, tristeza. Al cantar, siento que cada letra me atraviesa. Pienso en la gente que por generaciones cantó con caja para expresar sus emociones, en soledad o en comunidad. Ese canto ancestral vibra en mi pecho. Me transforma. Es como si toda pena o tristeza se convirtiera en otra cosa. Es un canto sanador.
PV: ¿Qué significa para vos el rol de la mujer cantora hoy?
Norma: Es un rol activo y comprometido. Es una forma de sacar nuestra voz interior, muchas veces silenciada. A través del canto, podemos expresarnos, visibilizarnos. Pero todavía falta mucho reconocimiento y espacios donde mostrar lo que hacemos. Especialmente desde el interior, desde los pueblos como Belén. Muchas mujeres no son convocadas, no tienen medios para movilizarse ni para grabar o difundir sus cantos.
PV: ¿Sentís que hay políticas públicas que acompañen este arte?
Norma: Faltan políticas que fortalezcan las expresiones artísticas como el canto con caja. Hay más oportunidades en la Capital, pero en el interior estamos olvidadas. A veces nos dicen que los espacios están abiertos, pero hay requisitos que muchas no pueden cumplir. No todas tienen grabaciones o videos. Es un canto que tiene bajo perfil y no recibe la visibilidad que merece.
PV: ¿Podés compartirnos alguna copla o fragmento que te represente?
Norma: Si claro,“Yo no canto por cantar, ni por tener buena voz,yo canto para aliviar, las penas del corazón.”Y un fragmento de una vidala muy sentida:“Bien haiga la piedra lisa, que de ella me he salido,bien haiga mi negro lindo, que de ella me enamoré.Palo y nogal, palo y chalchal, para eso me has traído,para hacerme llorar.”
PV: ¿Cuál es tu nombre artístico y por qué lo elegiste?
Norma: Me llamo Vidala Errante, porque así me siento: caminante, cantora de vidalas. No porque no tenga rumbo, sino porque voy de aquí para allá, llevando el canto con caja, compartiéndolo.
Fuente:elesquiu