|Nacionales | 17/08/2025 |

Boca le ganó a Independiente Rivadavia


Cortó una racha nefasta, vergonzante, deshonrosa para la historia de Boca. Eso, de por sí, es el punto saliente de la noche: volver a ganar significa volver a ilusionar, recomponer lazos con la gente, pensar a futuro en positivo, poder planificar. Boca, como club e inclusive como equipo, es mucho mejor que esos 12 partidos sin ganar, que deberán quedar como una referencia de lo que no hay que hacer. Pero no fue una racha nacida de la casualidad: decisiones dirigenciales, técnicas y futbolísticas llevaron al club hasta esas profundidades. De aquí en adelante, varias cosas deberán cambiar para que eso no vuelva a suceder. Porque un resultado solo no tapa el bosque aunque modifica mucho el paisaje: sin ir más lejos, Boca volvió a la zona de Copas.

 

De todas maneras, tampoco el triunfo ante Independiente Rivadavia nació de un repollo, y acaso eso termina siendo una segunda buena noticia, tan importante como la primera. Boca elevó el nivel colectivo. Primero desde lo táctico, con un parado más lógico, con menos desacoples en relación al primer tiempo con Racing, con Battaglia al lado de Paredes, con Palacios más colaborador que Velasco, con más nociones del oficio del mediocampista, y con todo el equipo enfocado en mantener el orden y en no bajar la intensidad. Cuestiones básicas que este equipo de Russo, extrañamente, no había mostrado, salvo en los esporádicos buenos momentos que tuvo contra Benfica y Bayern Munich en el Mundial de Clubes. Sin ser una maravilla (es impropio pensar que un equipo que viene jugando muy mal pase a jugar muy bien de un partido a otro), tuvo una evolución también en el juego. Porque Paredes se soltó más y no se paró tan atrás (y cuando lo hizo fue evidente los problemas que tuvo el Xeneize para elaborar juego), porque Aguirre quizá jugó su mejor partido en Boca y porque Palacios tuvo esos arranques desequilibrantes que se los había olvidado en Chile.

 

Claro, a Boca lo ayudó ese gol carambolesco que nació en un centro de Paredes (centro atrás, ni siquiera fue un buscapié) que pegó en Bottari, defensor de Independiente, y que después el arquero Centurión, en un movimiento extrañísimo, la terminó metiendo adentro. Después de siete partidos, Boca se ponía al frente en el marcador y desde ahí también se explican las mejoras. ¿Alcanza? Y no. Pero es un punto de partida, sobre todo porque Russo encontró un modelo, una estructura, a la que le falta funcionamiento y confianza. Boca necesita de un mejor Merentiel y ni hablar de un mejor Cavani, que ayer no solo le erró al arco, también le erró a la pelota cuando tenía un gol servido.

 

¿Que no le sobró mucho? Por supuesto. Independiente lo apretó casi todo el segundo tiempo, más allá de que no generó muchas chances y que Boca, de contra, tuvo varias (Zeballos y Giménez mano a mano). Y así definió el partido, vía Changuito primero, y por Velasco después, para dejar su emoción y sus lágrimas después de lo que sufrió, una postal de lo que fue el sufrimiento de todo Boca.

 

El 3-0, celebratorio, es un resultado abultado, por no decir mentiroso. En la mayoría del segundo tiempo, el equipo de Russo tuvo que bancar la parada, meter, defender. Otra vez: cuestiones básicas del fútbol, mucho más si hablamos del ADN del juego de Boca, que estuvieron en default en los últimos meses. Y que muchas veces son la diferencia entre ganar y perder, entre estirar la racha más larga sin triunfos de la historia, y cortarla de raíz, de una vez y para siempre.